Juan, la voz del llamado silencioso
Sabemos de un solo hombre que verdaderamente impactó a Jesús de Nazarét. Ni Poncio Pilato, investido de poder romano con los ejércitos del César a sus órdenes e implacable con la cruz; ni Herodes Antipas, respaldado y sostenido por Roma como Tetrarca de Galilea; ni Anás y Caifás, sumos sacerdotes del templo de Jerusalén, investidos del poder divino del Todopoderoso. Ninguno de ellos impresionó al Hijo del carpintero.
A Pilato, Jesús le respondió que en sus manos nada tenía, luego de que le advirtiera que tenía el poder de salvarle la vida o de arrancársela en una cruz; a Herodes no le dirigió una palabra cuando le exigió un milagro o un prodigio; a los sumos sacerdotes les echó en cara que habían convertido la Casa del Padre en una cueva de bandidos.
¿Qué dijo o qué hizo, en cambio, aquel hombre, como para impactar al Señor al grado de arrancarle la expresión: "yo les aseguro que no ha habido, ni habrá, hombre nacido de mujer, mayor que Juan el Bautista"?
Juan era voz de "Aquel que clama en el desierto", era la voz de Dios, voz del llamado silencioso y de la música callada de quien desde el desierto llama al encuentro de la intimidad divina y humana.
“Para que puedan
con toda su voz
cantar tus maravillosas
hazañas estos tus siervos,
deshaz el reato de
nuestros manchados labios,
¡Oh, bendito San Juan!”
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