Cristo Rey - Cristo Pastor de nuestros corazones.



Ayer sábado me he reunido con mi comunidad de oración (Líderes Espirituales en formación guiados por el Itinerario de San Juan Eudes) oramos el tema: Dejarme tocar por el Amor. 

Pero no cualquier amor sino que por el Amor de un Rey crucificado, un Rey que tiene como trono la cruz, con sus brazos abiertos y su corazón traspasado nos abraza a todos. Deseo compartir una pequeña reflexión en torno al Amor y al reinado de Cristo.

Hoy Termina el año litúrgico, y en el Santo Sacrificio del Altar renovamos al Padre el ofrecimiento de la Víctima, Cristo, Rey de santidad, de gracia, rey de justicia, de Amor y de paz, como proclama el Prefacio de la Eucaristía (...regnum santitatis et gratiae, regnum iustitiae, amoris et pacis).

En nuestras almas hay una alegría inmensa, al considerar la santa Humanidad de Nuestro Señor: un Rey con corazón de carne, como el nuestro; que es autor del universo y de cada un@ nuestras vida y de las criaturas, que no se impone dominando: mendiga un poco de amor, mostrándonos, en silencio, sus manos llagadas, su corazón abierto.

¡Qué grande eres Señor y Rey nuestro! Tú eres el que pones en nuestra vida  sentido y  eficacia. Tú eres la causa de nuestra alegría, con todas las fuerzas de nuestro ser, con el alma y con el cuerpo gritamos: ¡Venga a nosotros tu Reino! 


Algunos e incluso cristianos intentan  construir la paz en el mundo, sin poner amor de Dios en sus propios corazones, sin servir por amor de Dios a las criaturas. ¿Cómo será posible efectuar, de ese modo, una misión de paz? La paz de Cristo es la del reino de Cristo; y el reino de nuestro Señor se  cimenta en el deseo de santidad, en la disposición humilde para recibir la gracia, en una esforzada acción de justicia, en un divino derroche de amor misericordioso que nos regala Jesús, el Dulce Rey y Buen Pastor.


Si dejamos que Cristo reine en nuestra alma, no nos convertiremos en dominadores, seremos servidores de todos los hombres. Servicio en el Amor.  ¡Cómo me gusta esta palabra! Servir a mi Rey y, por El, a todos los que han sido redimidos con su sangre, a  aquellos que lo reconocen y a quienes no le conocen. ¡Si los cristianos somos servidores en esencia porque también somos reyes sacerdotes y profetas! Vamos a confiar al Señor nuestra decisión de aprender a realizar esta tarea de servicio, porque sólo sirviendo podremos conocer y amar a Cristo, y darlo a conocer y lograr que otros más lo amen. 



¡¡Feliz Solemnidad de Cristo Rey!!


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