“Señor, ayúdame a decir la verdad delante de
los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el
aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la razón.
Si me das éxito, no me quites la humildad.
Si me das humildad, no me quites la
dignidad.
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la
medalla, no me dejes inculpar de traición a los
demás por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a ti mismo
y a no juzgarme como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en
la desesperación si fracaso.
Más bien recuérdame que el fracaso es la
experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es lo más grande del
fuerte y que la venganza es la señal del débil.
Si me quitas el éxito, déjame fuerza para
triunfar del fracaso.
Si yo faltara a la gente,
dame valor para disculparme
y si la gente faltara conmigo
dame valor para perdonar.
Señor, si yo me olvido de
ti, no te olvides de mí.”
( Mahatma Gandhi.)
Una plegaria que nace de la experiencia del desprendimiento y el encuentro intimo con lo DIVINO. Esto a propósito de las preguntas que me hizo un amigo… ¿Que es el desprendimiento…como lo puedo vivir hoy en medio del mundo que nos toca vivir?… en medio de una sociedad que ve el máximo bien en poseer, en la apariencia…. Que vive el vacío, pero el vacío del alma, de los valores, donde incluso aquellos que deben ser la conciencia y el alma aparecen vacíos o a medio llenar. Gran desafío para tod@s aquell@s que creemos, Gran desafío para el ejemplo que damos a los otros, recordemos que muchos creen o no, por el testimonio de los que decimos creer…
“Señor, si yo me olvido de
ti, no te olvides de mí.”
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