Corazón de Jesús fuente del Amor


Hoy viernes celebramos el amor admirable de Jesús que se entregó y entrega por nosotros, elevado sobre la cruz, desde su Corazón abierto del Salvador, en su presencia real en nuestros sagrarios, bebemos con gozo de la fuente de la que fluye y mana la salvación, el Amor que se hace víctima y don. Y a la vez es llamado que urge a pagar con amor a Aquel que tanto ama.

El corazón representa los afectos y sentimientos que experimentamos y tenemos por los  otros. Pero su significado va mucho más allá.  En las Sagradas Escrituras se nos revela el amor infinito de Dios que nos creó a su imagen, por tanto con la capacidad de amar. Jesús nos confirma esa primera vocación y pide y nos llama a: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas, amarás a tu prójimo (a quienes hago míos) como a ti mismo(Marcos 12,30-31). Por tanto nuestra sociedad, la Iglesia, nuestras vidas no tienen esperanza alguna fuera del amor, de la capacidad de salir de nosotros mismo y abrirnos a los otros. “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviare”.

Esta invitación nace de Aquel que nos conoce, sabe de nuestra insatisfacción, temores, ingratitudes e incapacidades, pero que por experiencia propia nos conoce y ama desde el Corazón, “Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso”. Llevar el yugo es sentirse vinculados a Él en la misma tarea y al hacernos uno con Él, en su Amor nos sabemos seguros ante nuestras propias debilidades y la inseguridad, el Amor de Jesús va unido inseparablemente al amor por el otro, “son un mismo y único amor, puesto que hemos de amar a nuestro prójimo con el mismo corazón y afecto con que amamos a Dios, y amar al hermano, no en sí mismo, ni para él, sino en Dios y por Dios, o mejor dicho, es a Dios a quien debemos amar en nuestro prójimo”(San Juan Eudes)


Tu corazón rasgado es puerta abierta
del infinito amor que allí palpita,
adéntrame, Señor, en la experiencia
que abrió la lanza cuando abrió la herida.

La roja y blanca brecha al corazón
amor sobre la muerte nos decía:
ya muerto estabas, pero aún sangrabas
los ríos del amor que no moría.

Nosotros adoramos tu costado,
la patria del amor que allí vivía;
costado de mi Dios, dulzura toda,
de un pobre buscador pura delicia.

Corazón de Jesús, conocimiento,
la casa de mi fe y teología,
hogar del mundo, llave de la historia,
el nuevo Edén de eterna paz y dicha.

Atráeme hacia ti y allá entraré
conságrame a tu carne sin mancilla,
y en esa comunión que tú deseas
permíteme morar ya sin salida.

¡Belleza de Dios trino y amor mío
la esposa amante alcance tu mejilla:
a ti la adoración y la oblación,
a ti el silencio, a ti la melodía! Amén.



Cor Jesu Adveniat Regnum Tuum


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