Si me hubiese subido…
Si el viernes me hubiese subido a ese avión, y hubiera sabido que éramos 21, me habría sentido segura porque ese número lo tengo internalizado como de “buena suerte”, lo mismo que el 7. Respecto al 13, tengo sentimientos encontrados: puede ser de buena o de mala suerte.
Si me hubiese subido a ese avión, habría sido porque era “una buena persona”. Ahí sólo iban quienes querían algo mejor para el prójimo; eran de esos a los que éste no les era invisible y que estaban dispuestos a ofrecerles una oportunidad, sin discriminaciones.
Si me hubiese subido a ese avión, habría sido porque era de los que realizaba “buenas acciones” para que los planes resultaran y muchos se vieran favorecidos.
Si me hubiese subido a ese avión, habría sido por era de los que hacían “un buen trabajo”: serio, responsable, integrando equipos, buscando soluciones, empático y con algunas dotes de liderazgo en el área en que me desempeñaba.
Si me hubiese subido a ese avión, habría sido porque tenía un “buen espíritu” ya que mis conductas se apegaban a las normas sociales, éticas, legales y religiosas.
También habría sido porque era “buena leche” y no hacía zancadillas, ni trampas, ni deslealtades. Habría sido de los “bien agradecidos” con la vida, el trabajo, el país y su gente.
Habría sido de los con “grandes sueños” para el futuro, para nuestra economía, nuestra entretención y nuestros niños.
Si me hubiese subido a ese avión, habría sido porque promovía “de buena forma” y con incansable paciencia, el buen trato, la paz y la justicia.
Habría sido de los que tienen “buen humor”, porque para alcanzar la genuina confianza, la gran popularidad y gozar del cariño de la gente, es indispensable identificarse con ésas situaciones reales que sólo se pueden ver con la capacidad de reírse de uno mismo.
Si me hubiese subido a ese avión, habría sido por mis “buenas vibras” reflejadas en mis actitudes de integración y no de separación, de alojo y no de desalojo, de amor y no de desamor, de confianza y no de duda, de rectitud y no de zigzagueo, de verdad y no de mentira, de humildad y no de soberbia, de encuentro y no de desencuentro.
Si me hubiese subido a ese avión, habría sido por mi fe en Dios y mi confianza en las personas que nos conducían.
Si me hubiese subido a ese avión, estaría desaparecida. La muerte habría borrado -con una ráfaga de viento tan destructora como la ráfaga de una ametralladora- todos mis “buenos aspectos”. Es más, habría borrado mi cuerpo, que es lo que logra consolar a los quedan vivos.
A veces, la muerte, que sólo existe porque nacemos, me parece envidiosa. Sabe que podrá hacer de las suyas y que cuando lo quiera podrá quitarnos los seres queridos y los no queridos, pero no resiste que los “buenos” sigan siendo “buenos”. Y nos lo recuerda de burda manera. No tiene estrategia y juega al todo o nada.
Si me hubiese subido a ese avión y estuviera desaparecida, habría sido porque Dios me llamó a su lado de una manera que no se puede comprender. Que nos hiere y nos duele. Que nos rebela y que nos hace gritarle de todo. Y si estuviese muerta, vería su cara y podría decirle que muchos quedaron enmudecidos sufriendo y llorando. Me contestaría que “lo sabe, que es parte de su plan” y amorosamente, me preguntaría ¿lo habías olvidado?
Gloria Bensan
Comisión Justicia, Paz y Solidaridad Buen Pastor
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Querid@s Amig@s, he deseo compartir con Ustedes esta reflexión entorno a los dolorosos hechos ocurridos en Juan Fernández , su autora es Gloria Bensan de la Comisión Justicia, Paz y Solidaridad Buen Pastor y difundido por el Departamento de Comunicaciones de la Congregación del Buen Pastor-Bolivia Chile.
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