He visto a los "fariseos" y lloré
Del
Blog de la Hna. Lucia Caram; O.P. “Sintonía Cordial” para meditar:
Muchas
veces hablamos de los fariseos del Evangelio, aquellos hipócritas que imponían
cargas pesadas a los más débiles y que buscaban humillar a Jesús, porque su
vida les cuestionaba. ¡Vamos, que el compromiso de Jesús con las personas, era
revelador de su disponibilidad incondicional a la causa del Padre y este era el
espejo de la única y verdadera religión: la del amor!
Con
aquellos tales, que iban de perfectos por la vida, a los que carcomía la
envidia y a los que la soberbia les hacía creerse los mejores y los más
perfectos, Jesús fue implacable. Les llamó raza de víboras, sepulcros
blanqueados, hipócritas. Y por el tono y el contexto, uno no puede menos que
imaginar que a Jesús se le retorcían las tripas ante tanta farsa e impostura, y
sin duda le daba mucha pena y tristeza, mucho más, porque en nombre de Dios su
Padre, se atrevían el derecho de juzgar y condenar sin misericordia. (Bueno
en esos días y hoy también cuando muchos se llenan la boca hablando y
predicando misericordia, pero…)
Y
esos beatones ponzoñosos, que disfrazaban sus frustraciones con la coraza del
celo de Dios, son los que se aliaron al poder político para quitarse del medio,
nada más y nada menos, que al Dios de la vida que les visitaba en carne humana.
Y se lo cargaron sin piedad, y en el colmo de su maldad, pensaban que daban
gloria a Dios, porque ellos era, ¡los perfectos!
Muchos
años han pasado desde que el Profeta y el amigo de Nazaret, pateó las calles de
Galilea y de Jerusalén, predicando el amor y besando nuestro barro. Y desde que
se lo cargaron, porque cuestionaba con sus obras la vida cómoda y fácil a la
que ellos se habían acostumbrado, parapetándose en tradiciones caducas e
insignificantes, y lo peor de todo, lo hacían ¡en nombre de Dios! profanando la
divinidad.
He
visto la sombra alargada de esos impostores, que desde cuevas lúgubres y sin
dar la cara, tiran la piedra y esconden la mano; y la de aquellos que hablando
de “corrección fraterna” se empeñan en mantener relaciones fratricidas, para
borrar del mapa a los que les son incómodos y mantener así el estatus quo de su
mediocridad, sin perder las formas y las maneras. Los he visto de cerca, pero
los vi después de conocer al Maestro y amigo de Nazaret, y no pude menos que
llorar y sentir una tristeza muy profunda: ¿es que no han conocido el amor?
¿Por qué su corazón obstinado rechaza la luz y se obstina en la oscuridad?
He
visto a los fariseos de corazón obstinado. Y no los odié ni los maldije,
simplemente, lo digo una y otra vez: Los vi y lloré.
“Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí. En vano me adoran; sus enseñanzas no son más
que reglas humanas.” (Mateo
15:7-9)
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