Propósitos para el Año Nuevo
Es
costumbre al fenecer el año, revisar nuestra vida y plantearnos metas y
propósitos para el Año Nuevo. Muchos se esfuerzan por realmente cumplir y vivir
según los propósitos trazados. Otros tantos -los más- suelen quedarse en el
camino. Sus buenos propósitos se quedaron tan solo en buenas intenciones. Pero
alguien dice por ahí -y quizás diga bien- que de buenas intenciones, está
empedrado el camino del infierno.
Los cristianos
debemos ser hombres y mujeres de palabra. Jesús nos enseñó a decir “Sí” cuando
sea sí, y a decir “No” cuando sea no. En esta línea, es preciso al definir
nuestros propósitos para el año que comienza, tomárnoslos en serio. Y hacer de
ellos un verdadero compromiso.
Hay
quienes optan por plantearse propósitos materiales: nuevo auto, el viaje jamás
realizado, una casa más grande, un mayor sueldo. Esto está bien si es que estos
objetivos no se definen como una mera meta -lo cual sería simplemente
materialista- sino más bien como medios para algo más importante, como dar un
mayor bienestar a la familia.
Unos
más, prefieren definir propósitos que les ayuden a ser mejores personas, deseo compartir
contigo una lista de 12 propósitos que pueden ayudarnos a ser sobre todo,
mejores cristianos. Se trata de hacer ciertas cosas y dejar de hacer otras.
También de asumir ciertas actitudes y dejar de lado otras tantas.
1.
Acercarnos más a Dios. Es innegable que de esto se desprende todo lo demás.
Incluso el éxito al lograr cumplir con el resto de nuestros objetivos depende
en gran medida de la cercanía a Dios. Pues sin Cristo, nada podemos hacer. Es
importante aumentar nuestro tiempo de oración y participar de manera más
conciente en los sacramentos. También bendecir siempre nuestros alimentos sea
quien sea nuestro comensal. Además, en el 2012 iniciará el “Año de la Fe”
proclamado por el Papa Benedicto XVI, de tal suerte que resulta imprescindible
acercarnos más a Dios a fin de aumentar nuestra fe y vivir en plenitud este año
santo.
2.
Confiar más en Dios. Muchos se frustran porque Dios no les habla. ¿Quieres
escuchar a Dios? Abre tu empolvada Biblia y léela. Te garantizo que si lo haces
con la frecuencia debida -es decir, diario- escucharas de Dios las palabras que
necesitas. No le exijas ni demandes favores, pídele todo pidiendo siempre que
se haga su voluntad, pues Él sabe cuándo, cómo y en qué medida. Y al tener
frente a ti las oportunidades que necesitas, acéptalas. Deja de cuestionar cada
oportunidad, quedarte inmóvil y dejar de actuar. Dios te ayuda, pero necesita
de tu parte. Dios te inspira, pero necesita de tu inteligencia. Dios te cuida,
pero necesita tu confianza. Este año confía más en Dios, acepta lo que te envía
y actúa en consecuencia.
3.
Dejar de Murmurar y de ver la Paja en Ojo Ajeno. Es increíble lo rápida que es
nuestra lengua para desatarse y correr cual caballo desbocado en contra de
alguien más. Y lo peor es que muchas veces murmuramos en contra de alguien
según nosotros en aras de la justicia divina: porque éste peca mucho, porque ésta
gasta mucho dinero, porque este otro es muy sucio y descuidado, porque esta
otra es una chismosa, porque este va a misa pero se pelea con todos al salir y
entrar en su automóvil, porque esta otra también va a misa pero se queda
dormida… La lista es inacabable. ¿Qué tal como propósito de este año dejar de
murmurar y mejor mirar a nuestro interior cada vez que algo nos parece mal?
Porque es un hecho irrefutable que casi siempre que nos disgusta algo que vemos
que otro hace, ¡es porque en el fondo nos disguta que nosotros hacemos lo
mismo! Por eso advertía Jesús que es fácil ver paja en el ojo ajeno y no la
viga que se lleva en el propio. Hagámonos el propósito de que al sentir la
tentación de murmurar, cerrar la boca, ver a nuestro interior y en justicia decidir
qué actitud debemos nosotros mismos cambiar, qué debemos dejar de hacer o que
debemos comenzar a hacer.
4. Ser
Portadores de Ayuda y Generadores de Cambio. Es fácil criticar lo que no nos
gusta. Pero eso rara vez sirve de algo. A lo largo de este año, hagámonos el
firme propósito de que cada vez que algo nos parezca malo, pensemos cómo ayudar
para corregirlo o cambiarlo y actuemos en consecuencia. Si nada podemos hacer,
mejor no estorbemos. Igualmente, seamos solícitos para ayudar a todo aquél que
lo necesita.
5.
Dejar de Ofendernos por Todo y de Pelear contra Todos. Jesús declaró
bienaventurados a los mansos, porque heredarán la tierra. La mansedumbre es una
virtud que nos ayuda a dejar de lado la violencia. Cuántas personas se ofenden
por la forma en que los saluda el empleado de una tienda. Cuántos más se
indignan porque el mesero no los vio al pasar frente a ellos. Cuántos estallan
porque el conductor de adelante no va más de prisa. Cuántos se encolerizan
porque su hija no guardó el cepillo y el espejo. Y en consecuencia agreden,
gritan, insultan, ofenden, se vengan, toman represalias y lo peor, ¡se amargan
la vida y se la amargan a los demás! “¡¿Y cómo no me voy a enojar?!” es su
típica justificación. Pero esa actitud no es digna de un hijo de Dios. Este año
hagámonos el propósito de evitar pleitos y riñas. Desarrollemos mejor la virtud
de la mansedumbre. Además de vivir en paz con los demás, seremos
bienaventurados y heredaremos la tierra que el Señor nos tiene prometida.
6.
Desarrollar la Pulcritud. Esto a muchos les cuesta trabajo. Pero es necesario
reconocer que no podemos comprender el concepto de un “alma limpia” si no somos
capaces de vestir una camisa limpia. El desaliño no es virtud, es por el
contrario, un vicio terrible. No hay que confundir no ser vanidosos con ser
sucios y desaliñados. Ir despeinados, con la ropa sucia y arrugada no es propio
de un hijo de Dios. Porque nuestro cuerpo es un templo vivo del Espíritu Santo.
Y ese templo debe siempre ser digno, tanto en su interior como en su exterior.
7. Ser
más Laboriosos. Sobre todo a los laicos, Dios nos ha confiado el orden de la
creación. Debemos trabajar para hacer del mundo que Dios nos ha regalado, uno
mejor. Debemos también trabajar para crecer como personas, en talento y
dignidad. Para el hijo de Dios, es inaceptable el trabajo a medias, entregado
tarde o mal hecho. El hijo de Dios debe poner su sello en todas sus obras. Este
año propongámonos hacer nuestro trabajo con pasión y calidad, recordando
siempre cuando Dios puso en manos de Adán el Paraíso que había creado.
8. Ser
Limpios de Corazón. Jesús prometió que los limpios de corazón verán a Dios. Sin
embargo, los programas de TV cada vez más vulgares, las conversaciones con
amigos y compañeros de trabajo cargados de palabras soeces, los chistes en
doble sentido son fuertes barreras para mantener limpio el corazón. Este año
que comienza, comprometámonos a mantener una diversión sana, conversaciones en
la línea del respeto y un humor blanco que siempre divierte sin ofender ni
contrariar a nadie más.
9. Dar
Más Tiempo a Nuestra Familia. Bien que lo sabemos. Pero bien que fingimos
excusas para no cumplirlo. Necesitamos trabajar mil horas extras para pagar más
horas de guardería y más maestros privados y más cursos de qué se yo para que
nuestros hijos estén en un lugar seguro para poder trabajar más para tener más
dinero para pagar más guarderías, maestros privados y cursos mientras
trabajamos más… El ridículo torbellino que termina por destruir las familias
mientras alguien escala peldaños y amasa fortunas. Basta ya. Este año fijemos
bien nuestras prioridades: Dios, familia y trabajo. En ese orden. El resto,
Dios nos lo dará por añadidura.
10.
Disfrutar más la Vida que Dios nos Da. Ya basta de quejarnos de todo. Es
suficiente de encontrarle peros a todo. Es hora de dejar de encontrarle a todo
su lado malo. Acepta por el contrario con gozo todo lo que Dios te da,
agradécelo y alaba al Señor por su bondad.
Encuentra
la mano de Dios en todo lo que tienes. Mira a cuántos más les hace falta. Alaba
a Dios por cada mañana, por la frescura del agua que corre en la ducha, por el
desayuno que te da energía, por el sol que te calienta. Alábalo por la taza de
café que te devuelve el buen ánimo, por la galleta dulce que lo acompaña, por
quien te hace compañía mientras la bebes. Disfruta al “perder el tiempo” con
tus hijos, pues son una de las mayores bendiciones que Dios te ha dado.
Disfruta tus ratos de enfermedad, pues te dan tiempo para leer aquél libro
pendiente y hasta para acercarte más a Dios. Que este sea uno de nuestros
propósitos más firmes para este año. Pues así viviremos en paz, llenos de gozo
y siendo infinitamente agradecidos a nuestro Dios.
11.
Bajar de Peso. ¿Y por qué no? Este casi siempre es un propósito de Año Nuevo de
casi todas las personas adultas. Y curiosamente, es el propósito menos
cumplido. Sin embargo, para los hijos de Dios resulta importante porque bajar
de peso va más allá que una cuestión de vanidad corporal. El exceso de peso en
gran parte se debe al pecado capital de la gula. Y bajo esa óptica es que los
cristianos debemos afrontar esta situación. Los pecados capitales se llaman así
porque de ellos se desprenden muchos más hasta poner fuertemente en riesgo la
integridad de la persona. Quien come demás, desarrolla usualmente otro pecado:
la pereza, manifestada en la falta de ejercicio. El exceso al comer suele
acompañarse en excesos al beber. Y tras las comidas, al fumar. La cadena puede
no tener fin y los riesgos para la salud corporal e innegablemente para la
salud del espíritu son muchos. Hagámonos pues el propósito para este año, de
declara la guerra a la gula que nos ha esclavizado. Dejar atrás este pecado y
mejorar la salud del cuerpo que Dios nos ha dado.
12. Ser
Portadores de la Bendición de Dios. Las personas que necesitan de la bendición
de Dios no precisan de un momento de éxtasis en que Jesús o la Virgen se les
manifiesten y con su mano en la frente los bendigan. Necesitan más bien de
cariño, de alguien que los escuche, de alguien que los ayude, de alguien que
les dé trabajo, de alguien que les dé pan. Siendo hijos de Dios, hagámonos el
propósito este año de ser portadores de las bendiciones de Dios para los demás:
con nuestro tiempo, con nuestra ayuda, con nuestras manos, con nuestros labios
y con nuestros bienes materiales.
Deseo
que esta lista te ayude a definir tus propósitos para el año que comienza. Que
Dios te bendiga y sostenga con su mano providente, bendiga todos tus sueños y
te ayude a alcanzar cada una de tus metas.
Muy Feliz y Bendecido Nuevo Año 2013
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