Un Miércoles de Ceniza muy especial
Hoy, Miércoles de Ceniza, comenzamos un nuevo camino cuaresmal,
pero un comienzo muy especial, con la humana sensación del adiós, para quienes estuvieron
hoy en la Basílica de San Pedro en el Vaticano y aquellos que seguimos la
celebración de la Santa Misa, fue un vivo sentir y vivir la emoción que llevo
incluso a las lágrimas, lágrimas por la certeza que nuestro Pastor ya pronto no
estará, lágrimas de gratitud por su enseñanza y humildad, por su gran amor. El
mismo Santo Padre lo ha dicho “estos son días difíciles para mí” y como no, si
él conoce y vive a la Iglesia con sus luces y sombras. Por lo que esta Cuaresma
será un viaje doble. Primero a la espera
que nos conducirá a la alegría de la Pascua, la victoria de la vida sobre la
muerte y por este momento particular que vivimos como Iglesia, tiempo que nos
exige como nunca la renovación de
nuestra fe en el Supremo Pastor, Cristo el Señor.
Deseo compartir con aquellos que no han tenido oportunidad de
escuchar o leer la homilía de S.S. Benedicto XVI algunos extractos preciosos de
ella, donde nos hace un llamado al corazón, una invitación que como nunca
resuena a urgencia , a mirar al interior de la Iglesia y de cada uno de los que
la formamos:
“Por la gracia de Dios, estamos llamados a tener actitudes
y comportamientos concretos durante esta Cuaresma. La Iglesia nos propone, en
primer lugar, el fuerte atractivo que el profeta Joel habló al pueblo de
Israel: "Así dice el Señor, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con
ayuno, con llanto y lamento" (2,12). Por favor, tenga en cuenta la frase
"con todo mi corazón", lo que significa que el centro de nuestros
pensamientos y sentimientos, de las raíces de nuestras decisiones, elecciones y
acciones, con un gesto de la libertad total y radical. Pero, ¿es posible volver
a Dios? Sí, porque hay una fuerza que no reside en el corazón, sino que emana
del corazón de Dios y "el poder de su misericordia. El profeta dice:
"Vuelve al Señor tu Dios, porque él es clemente y misericordioso, lento a
la cólera y rico en amor fiel, dispuesto a arrepentirse del mal" (v. 13).
El regreso al Señor como puedas "gracia", porque es la obra de Dios y
el fruto de la fe que ponemos en su misericordia. Este retorno a Dios se
convierte en una realidad en nuestras vidas sólo cuando la gracia de Dios
penetra lo íntimo y lo sacude al darle el poder de "romper el
corazón". Sigue siendo el profeta a resonar con estas palabras de Dios:
"Rasgad los corazones y no las vestiduras" (v. 13). De hecho, aún
hoy, muchos están dispuestos a "rasgar sus vestiduras" a los
escándalos e injusticias - por supuesto hechas por otros -, pero pocos parecen
dispuestos a actuar en su propio "corazón" de su conciencia y de sus
propias intenciones, dejar que el Señor transformar, renovar y convertir.
Este "convertíos a mí con todo vuestro
corazón", entonces, es un recordatorio de que implica no sólo al individuo
sino la comunidad. La dimensión comunitaria es un elemento esencial en la fe y
la vida cristiana. Cristo vino "para reunir en uno a los hijos de Dios que
estaban dispersos" (Jn 11:52). El "nosotros" de la Iglesia es la
comunidad en la que Jesús nos trae juntos (cf. Jn 12:32), la fe es
necesariamente la Iglesia. Cada persona es consciente de que no es la
penitencia tratar con él solo, sino junto con muchos hermanos y hermanas en la
Iglesia.
Queridos hermanos y hermanas, comenzamos nuestro
camino cuaresmal confianza y alegría. Resuenan fuertemente en nosotros la
invitación a la conversión, a "volver a Dios con todo tu corazón",
aceptando su gracia que nos hace hombres nuevos, con la sorprendente noticia de
que está compartiendo la misma vida de Jesús, ninguno de nosotros, por lo
tanto, hace oídos sordos a este llamamiento”.
Por ultimo comparto parte de su mensaje en el aula Paulo VI,
durante la audiencia del día 13 de febrero:
“Me sostiene y me ilumina la certeza de que la
Iglesia es de Cristo, que no dejará de guiarla y cuidarla. Agradezco a todos el
amor y la plegaria con que me habéis acompañado. Gracias. En estos días nada
fáciles para mí, he sentido casi físicamente la fuerza que me da la oración, el
amor de la Iglesia, vuestra oración. Seguid rezando por mí, por la Iglesia, por
el próximo Papa. El Señor nos guiará”.
Roguemos a nuestro S. Padre Benedicto XVI, el termina su homilía
de Miércoles de Ceniza con esta suplica: “y pido un recuerdo especial en la
oración”. Estoy seguro que hoy en cada
corazón se eleva una oración por él y esa oración se prolongara durante todos
estos días acompañándole, acompañando a la Iglesia y con toda nuestra confianza
y fe puesta en el Padre misericordioso y paciente, fiel y bueno y en Jesús, ,
Sumo y Buen Pastor de la iglesia.
Comentarios
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Feliz tiempo de Cuaresma y un abrazo en la luz del Creador.