La Trinidad Santa, Comunidad Perfecta
COMUNIDAD DE VIDA
Hoy la Liturgia nos invita a celebrar a la Comunidad
perfecta, El Padre, El Hijo, y El Espíritu Santo. De la intimidad del uno a la
comunión de los tres unidos por el mutuo amor, fluye entre el uno hacia el otro
un solo movimiento de comunicación. ¿Cómo entender mejor esta realidad? No se
trata de entender el misterio de Dios, sino de captar el movimiento divino por
la fe para vivir mejor su presencia y actuación en el mundo y en nuestra
caminar personal. Para expresar esta dinámica divina decimos: VIDA en comunidad.
Se entiende a Dios como un vivir eterno, dador de vida
y protector de toda vida, especialmente la de los pobres y oprimidos por la
injusticia. El mismo Jesús, el Hijo encarnado, se presentó como aquel que vino
a traer vida, y vida en abundancia (Jn 10,10). El Padre es continuo hacedor de
vida, creador y sostenedor de todo lo
existente en constante expansión y presencia.
En el Espíritu este proceso inagotable de dar y
recibir, de asimilar, incorporar y entregar, la vida se renueva constantemente
y se hace fecunda. Jesús nos dice: “Hay
que nacer del agua y del Espíritu” Jn 3,31
Nosotros estamos llamados a vivir en comunidad a
ejemplo de la Trinidad, donde
encontraremos vida plena, si vivimos la comunión en la diversidad.
Cuando decimos comunidad, queremos resaltar los valores
evangélicos como la caridad, la entrega
en la gratuidad, la misericordia. Cada una de las personas dada lo mejor de sí
las otros de la comunidad. Procura compartir, su ser y su tener. De esta
comunión surge una mayor vida de comunidad.
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