«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y servidor de todos» ¿Qué le pasó a la Iglesia Católica?
En torno a esta
pregunta giro el programa el informarte, un análisis sobre la crisis de confianza
que afecta a la iglesia.
No somos santos, somos
iglesia-pueblo y comunidad llamados y caminantes hacia la santidad siendo realmente
consiente de nuestra condición humana, peregrinante, pecadora, débil y desde allí juntos trabajar por la santidad de
todos sus miembros desde nuestras realidades, generando lazos unión, saliendo a
las fronteras con una actitud dialogante en la verdad y la caridad , volviendo
al estilo de Jesús acogiendo, escuchando y escuchándonos, esto es tarea de
todos y cada uno de los que formamos la iglesia. Desde el obispo hasta el más
pequeño de sus miembros.
Una iglesia donde no
caben las actitudes autocomplacientes, del poder por el poder, tampoco ser católicos
por inercia, sino que promotores de la
cultura del encuentro y de la paz, del servicio, de la verdad. Donde la
misericordia propicia la justicia con todos y la caridad abre posibilidades
nuevas de justicia. Pero esto no es posible si se sigue anclado a posiciones
rígidas y a formulaciones de tiempos pasados.
«Quien quiera ser
el primero, que sea el último de todos y servidor de todos» Marcos 9:35
Los que somos o
deseamos ser discípulos de Jesús hemos de renunciar a ambiciones, egoísmos y
vanidades. Sino que más bien “tomando nuestras cruces” y consientes de ellas no cargar con más cruces a los otros, así nadie
podrá pretender estar sobre los demás, al contrario, hemos de ocupar el último
lugar, ponernos al nivel de quienes no tienen poder ni ostentan rango alguno.
Y, desde ahí, ser como Jesús: «servidor de todos».
Una Iglesia que
acoge a los pequeños e indefensos está enseñando a acoger a Dios. Una Iglesia
que mira hacia los grandes y se asocia con los poderosos de la tierra está
pervirtiendo la Buena Noticia anunciada por Jesús.
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