Jacques Fesch: un asesino en los altares.



Un asesino podría ser beatificado. Jacques Fesch: fue ejecutado hace 40 años por matar a un policía; encontró la fe en la cárcel y vivió una profunda transformación espiritual.
Un joven francés que fue condenado a muerte por homicidio y murió en la guillotina hace 40 años podría ser beatificado.

Jacques Fesch, de 27 años, fue guillotinado en París, en la madrugada del 1º de octubre de 1957, por haber matado a un policía durante un asalto.

El crimen ocurrió el 25 de febrero de 1954. Fesch no tenía como objetivo el asesinato, pero llevó un revólver y disparó al verse acorralado. Luego pasó tres años y medio preso en un pabellón de máxima seguridad.

En ese tiempo, vivió una profunda transformación espiritual, que se evidenció en sus diálogos y su conducta y quedó registrada en el diario que escribió hasta horas antes de morir.

En 1993, el arzobispo de París, cardenal Jean-Marie Lustiger, expresó al diario Le Figaro que iniciaría el proceso de su beatificación. "Espero -dijo- que Jacques Fesch sea considerado un día como ejemplo de santidad." Dios no canoniza el pecado, precisó, sino el arrepentimiento, así "nadie puede sentirse excluido de su amor".
"Es necesario rezar sin cesar", "no tengo miedo de morir sino miedo de no morir cristianamente", "la vida es, a pesar de todo, una gran bendición", fue escribiendo Fesch en su diario, a medida que se aproximaba el día de la ejecución.

Camino al delito

Hijo del director de un banco que apenas se ocupaba de sus hijos, Fesch abandonó sus estudios a los 18 años. Entró en contacto con pandillas juveniles. Se casó por civil. No amaba a su mujer, pero esperaban un hijo. Se separaron luego. Tuvo un trabajo y lo dejó. Decidió huir de la realidad haciendo un viaje a Tahití. Para comprar un velero planeó un asalto. Las cosas se complicaron y mató a un policía.

Un año después de estar en prisión, escribió a su pequeña hija: "Hace tres días que he recuperado la fe...

Por segunda vez en mi vida caen las escamas de mis ojos y percibo la misericordia de Dios".

Inició entonces un itinerario espiritual que puede seguirse por sus cartas, con una encendida devoción a la Virgen María y un especial afecto por Santa Teresita del Niño Jesús. En la cárcel buscó mejorar su relación con su mujer y su padre, y acercarlos a la fe. Un mes antes de morir, escribió: "El Señor sigue colmándome de dones y siento mi corazón desbordante de amor, y los labios de acciones de gracias".



CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 3 diciembre 2009.- Benedicto XVI saludó  a Monique Fesch, hermana de Jacques, guillotinado en París el 1 de octubre de 1957 por un homicidio: convertido en la cárcel, hoy se encuentra en proceso de beatificación.

Al acompañar a la señora Fesch, el cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la Basílica vaticana, explicó al diario "L'Osservatore Romano", que ha confirmado la noticia: "Fue un preso, cuando yo era capellán en Regina Coeli [la cárcel de Roma], quien me dio a conocer la fascinante historia de Fesch".


"Es un testimonio único: joven descentrado de rica familia, se convierte en asesino y es condenado a muerte. Tenía 27 años. En la cárcel vive una conversión radical, fulgurante, alcanzando altas cumbres de espiritualidad", añadió.


"Con mi hermano --ha explicado por su parte Monique-- nos entendíamos a lo grande. Ocho años mayor, yo fui su madrina de bautismo y visitándole en la cárcel, seguí de cerca su extraordinaria conversión".

Ella, junto al biógrafo Ruggiero Francavilla, mostró al Papa las cartas escritas en la cárcel por su hermano.




“La Iglesia es Madre y su gloria es cargar a los pecadores y, aunque ellos retrasen la llegada a la perfección a la que Dios la llama, no los arroja de su seno, son suyos… son como los heridos de guerra que hay que cargar… que no se pueden dejar en el camino.


Sólo quien no quiere ir con la Iglesia y voluntariamente se aparta de ella, queda al margen. Se excomulga.


Eso la Iglesia lo ha aprendido de Dios que siempre espera y acoge al hijo pródigo.


Tiene paciencia y misericordia con todos como lo hace Jesús que no condena a nadie. Quien no cree, él mismo se condena (ver Jn 3,…)  Mons. José Ignacio Alemany”






"El corazón salta de mi pecho. Virgen Santísima, ten piedad de mí. Sin embargo, creo que con un poco de voluntad llegaré a superar esta angustia, pero ¡cuánto sufro de todos modos!
Creo que voy a interrumpir este diario, pues oigo unos ruidos inquietantes. ¡Con tal de que resista el golpe…! Ayúdame, Virgen Santísima. Adiós a todos y que el Señor os bendiga".

(Últimas líneas del diario de Jacques Fesch antes de su ejecución)




La reconciliación se da cuando nos abrimos a su amor derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, he aquí que experimentamos el Amor y la Misericordia de Jesús, el Dulce Pastor , solo Él conoce lo que se encuentra en lo más intimó de nuestro corazón.


Comentarios

Entradas populares