La Ingratitud de un Amig@ 
frente al Amor Infinito de Dios

"Ingrato es quien niega el beneficio recibido;
ingrato es quien lo disimula,

más ingrato es quien no lo devuelve,
y mucho más ingrato quien se olvida de él."
(Séneca)





Dijo Cervantes "El hacer bien a villanos es echar agua en la mar. La ingratitud es hija de la soberbia", para aleccionarnos de la conducta del inmerecido, del que por olvido, pereza o soberbia no reconoce ni da muestras de nuestra dedicación, generosidad o entrega, cuando la tuvimos hacia él.

Es cierto que 
"la ingratitud proviene, tal vez, de la imposibilidad de pagar" (Honoré de Balzac), porque nadie puede ponerse, en ocasiones, a la altura de nuestro amigo benefactor, por su condición inferior en cuanto a sus posibilidades, y no es menos cierto que "la ingratitud es la amnesia del corazón" porque la pereza, la desgana, la desidia o la timidez forman parte del condicionamiento humano y nunca encontramos el momento perfecto o, simplemente, un hueco en el tiempo, si no para devolver un favor, al menos para tener un detalle de agradecimiento.

Sin embargo, no es tal omisión o descuido la que pretendo analizar ahora, porque, incluso, la falta de ese reconocimiento que llamamos "gratitud", proviene, a veces, de la confianza y seguridad que ponemos en una relación familiar o de amistad, que no nos exige tal correspondencia, según la firmeza e incondicionalidad del vínculo que les une; es la malsana intencionalidad de ignorar aquel comportamiento, favor o apoyo que una vez recibimos de la persona que no dudó en atendernos y auxiliarnos, o en hacernos más fácil una situación comprometida o penosa.

Desde la actitud de esa ausencia por percibir la magnanimidad de quien nos atendió, tan ciega que ni ve ni reconoce el comportamiento ajeno, como así ilustra 
Benavente en su cita "Lo peor de la ingratitud es que siempre quiere tener razón", o la que trata de disculparse, como dice Lope de Vega en "El ingrato es peor cuando se disculpa", o la precipitada y rutinaria respuesta de ese tan "cumplido", que no hace otra cosa más que caer en otra forma de ingratitud, pues "apresurarse demasiado a corresponder un favor constituye una especie de ingratitud (La Rochefoucauld), hasta el gesto mezquino y perverso del que desaira o desprecia a su benefactor o, incluso, trata de constituirle un daño, vemos cómo se produce la degradación de los valores y sentimientos del ser humano. Y es en este sentido, recordando que alguien dijo "La ingratitud es un puñado de estiércol que ofrece el desgraciado a quien le dio sus mejores joyas", cuando concluimos que es la envidia o la soberbia, entre otros desechos humanos, la que nos mueve, a veces, a comportarnos con tanta ruindad, cuando no somos capaces de admitir tal generosidad de los demás.

Es cierta la evidencia por la imposibilidad de reconocer el favor o auxilio de los demás utilizando la misma moneda, porque tal vez no sería sincera esa conducta de aparente gratitud y podría parecer hipocresía tal satisfacción, como no es tampoco su reconocimiento sincero cuando trata de cumplirse a través de un formalismo convencional o estereotipado, usando la eterna fórmula de cortesía 
"muchas gracias". La gratitud es algo más y todos sabemos que hay un momento y una ocasión para devolver con un gesto la grandeza de ese corazón ajeno que una vez cuidó de nuestras necesidades o creyo y nos acompaño en una aventura , en un desafio o en un momento del caminar de la vida.

Aún así, y en la ausencia de esa gratitud, reclamada muchas veces por nosotros, lo peor es conocer la 
ingratitud de aquel al que ayudamos y sostuvimos en su más absoluto desamparo, y que cuando conseguimos encumbrarlo, nos respondió con su lenguaje desconsiderado y desleal; de aquel que con su orgullo y despotismo, su jactancia, trató de ofendernos, porque ese era su propósito, con la crueldad de su silencio, arrojándonos su olvido, su desprecio o su intencionalidad de daño hacia nosotros. Quizá eso es lo más odioso de nuestro condicionamiento.




"Hacer beneficios a un ingrato
es lo mismo que perfumar a un muerto"
(Plutarco de Queronea)



Pero a pesar de todo aquello y del dolor que puedo y nos pueden causar, creo firmemente en las palabras que escuche desde que era muy niño y que siempre resuenan transformándose en consuelo y la única verdad que vale la pena creer: La gratitud es la memoria del corazón”… y “La misericordia es el Amor que perdona” Santa María Eufrasia Pelletier.
Y a pesar y por mi condición de ser humano, de hombre y de cristiano, con mis flaquezas, con mis pecados y fallos, tengo mi esperanza puesta en Aquel que es todo Misericordia y Gratitud.
Jesús, el Dulce y Buen Pastor

 Jesús experimentó el ser malentendido, la ingratitud, el rechazo. No puedo pretender ser yo inmune a todo aquello, porque el “Discipulo no puede ser más que el Maestro” , Él nunca estuvo amargado, desalentado o derrotado. Para Él, cada obstáculo era una oportunidad. Como lo debe ser para ti y para mi.


Jesús dijo en Mateo 5.43-48:
“Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.
¿Corazones rotos? Una oportunidad para sanar. ¿Ira? Una oportunidad para amar. ¿Tentación? Una oportunidad para vencer. ¿Pecado? Una oportunidad para perdonar y para pedir perdón. Su respuesta fuera de lo común a los problemas de todos los días hizo que los que lo rodeaban preguntaran ¿Quién es este?
Hace ya mucho aprendí que a las personas no se las conoce por la forma en que actúan cuando están en control, sino por la forma que reaccionan cuando las cosas están más allá de su control. Y si soy honesto muchas veces mis actitudes no han sido las mejores  ¿Cómo reaccionamos cuando nos critican? Siempre habrá alguno en la multitud que criticará. De paso, algunas personas encuentran fallas tan libremente que uno podría llegar a pensar que le pagan por descubrirlas.
Muchas personas han sido heridas bajo la apariencia de crítica constructiva. Hay una observación interesante: es crítica constructiva cuando yo lo critico a usted; es destructiva cuando usted me critica a mí.
Sea la crítica justa o injusta, una persona muestra su verdadero temple por la forma en que responde. La mejor manera de perder un enemigo es tratarlo como un amigo. Nos ayudará darnos cuenta que hay tiempos en los que cometemos errores y mostramos faltas. En nuestra relación con nuestro Padre Misericordioso , no necesitamos justicia, necesitamos misericordia.


En nuestra relación con otras personas, debemos ser rápidos en dar misericordia y lentos para demandar justicia.
Cuando estamos tentados a reaccionar en una forma no cristiana, creo que  deberíamos hacer lo siguiente:
1. Darnos cuenta que todas las personas con las que nos encontramos están peleando una dura batalla.
La vida de la otra persona no es mucho más fácil que la suya. Tal vez, hoy él o ella están solos, mal entendidos y doloridos. Una segura indicación de que una persona está herida en su interior es la confirmación por lo que él o ella expresan. Tal persona puede lastimarlo por lo que él o ella dicen o hacen debido a heridas que tienen en su interior.
2. Reaccionar en una manera positiva, reconfortante, producirá mejores resultados.


3. No existe mejor manera de testificar de Cristo que sus reacciones cristianas.
El fruto del Espíritu, tal como está en la lista de Gálatas 5.22-23, no debe mostrarse solamente durante los tiempos fáciles. Estos atributos son dados para que pasen a ser parte de la vida diaria y una evidencia aún cuando las cosas van mal.
Si alguien está hambriento y se vuelve irritable hacia usted, déle un pedazo de pan. Eso muestra la amabilidad. Pero al mismo tiempo, ¿porqué no ponerle algo de mermelada? Eso es amabilidad amante. Esa es la reacción correcta. Es genuina caridad cristiana. Que siempre he traducido como : El Amor que da, que se dona y entrega.


Vaya mi reflexión, dedicada a todos aquellos que padecieron o padecen la crueldad de la ingratitud de una forma o de otra, y también a los ingratos que pagaron con esa "moneda".


A "mis amigos", mis incondicionales y mis visitantes.




A algunos de ellos, a esos que no me leerán.




Quizá... a alguno o alguna en particular, que aunque su ingratitud me a dolido u hecho sufrir, no por eso no le dejo de considerar y ver como mi hermano.
Para los que fueron ingratos conmigo... una sonrisa, y para los que sufrieron por mi propia ingratitud... un abrazo y sinceramente perdón.






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