Chile y la Iglesia, una sola historia

Testigo y protagonista de estos 200 años de vida independiente, la Iglesia Católica ha estampado de manera decisiva su aporte en los más diversos ámbitos de nuestra sociedad.
Imposible separar la historia de Chile de la presencia de la Iglesia Católica en estos 200 años de vida independiente, y desde prácticamente la llegaba de Pedro de Valdivia. Se unen hasta lo indisoluble, en el detalle de lo cotidiano y también en los grandes acontecimientos históricos. El mayor aporte que ha hecho la Iglesia Católica en estos 200 años es que ha sido capaz de colocarse en el signo de cada tiempo. Ha sido una Iglesia viva, con un Cristo presente, en cada uno de los hechos de nuestra historia, ha contribuido en ese sentido a la estabilidad política. Por otro lado, ha tenido una presencia muy transversal en diferentes segmentos de la población. En una sociedad tan jerárquica como la chilena, la Iglesia ha sido un puente entre distintos sectores sociales.


Forjadora de la patria
La influencia de la Iglesia en la conformación de la identidad nacional ha sido decisiva, símbolo de lo cual, por ejemplo, es la Virgen del Carmen como patrona de Chile; o que el primer periódico del país fuera fundado por el religioso Fray Camilo Henríquez, esta influencia es natural en Chile, por la cercanía que hubo siempre entre el Estado y la Iglesia, desde los primeros años de la Colonia, cuando ya con los primeros conquistadores llegaron sacerdotes y miembros de las órdenes religiosas que trajeron la fe.
Y en ese encuentro de dos mundos, el español y el indígena, la Iglesia tuvo una preocupación clarísima primero por defender los derechos de los nativos; en ese esfuerzo hubo sacerdotes y Obispos que se destacaron, como Fray Diego de Medellín.
Y la contribución de la Iglesia, destacan los tres expertos, se ha dado a lo largo de nuestra historia en los más diversos ámbitos: educación, derechos humanos, lucha por la justicia social, salud, creación artística y cultural, y en la acción política.



Educación católica:
Formando generaciones

Las primeras escuelas, colegios y universidades fueron de Iglesia. Pionera es la escuela ligada a la comunidad contemplativa Santa Isabel de Hungría, en Osorno, que comienza la educación de las indígenas alrededor de 1563. En 1583 se crea el Seminario, primer colegio secundario del país. En 1622, en tanto, se funda la Universidad Pontificia de Estudio General Santo Tomás de Aquino, primera institución de educación superior en suelo chileno, transformada después en la Universidad de San Felipe, la que traspasará sus bienes ya en la República a la naciente Universidad de Chile (1842).

En las últimas décadas del siglo XIX, la educación católica se fortaleció verdaderamente en los tres niveles educativos –primaria, secundaria y superior-, de la mano de congregaciones educacionales europeas y, mucho más tarde, norteamericanas. La educación católica ha sido la más grande en el sector privado, ha incorporado a todos los sectores sociales y ha sido importante en mantener la diversidad de carismas educativos. Y  como expresión de la colaboración entre la Iglesia y el Estado, la educación católica destinada a los sectores populares ha recibido subvención estatal desde muy temprano.

Derechos humanos y pobreza:
Una vocación evangélica

Surge la “Cuestión Social” (fines del siglo XIX y principios del XX), sobre las condiciones de trabajo de los obreros y los laicos adquieren mayor presencia y aparece el Movimiento Socialcristiano. Figura insoslayable en el compromiso de la Iglesia con la justicia es San Alberto Hurtado, “cuyo influjo llega hasta hoy. En el siglo XX la Iglesia fue muy importante en el mundo campesino y en su organización; ese era el sector más abandonado de la sociedad chilena, a la vez resalta que siempre sectores importantes de la Iglesia han estado físicamente con y entre los pobres, en la vida parroquial, en las organizaciones y colegios. Como no mencionar la fecunda misión de misericordia y promoción que han llevado adelante las Órdenes y Congregaciones religiosas masculinas y especialmente las femeninas, puedo mencionar como gran ejemplo  a las Hermanas del Buen Pastor.

La Iglesia también ha jugado un rol importante en la defensa y promoción de los derechos de los más débiles y perseguidos, en épocas absolutamente distintas. Durante la Colonia,  personajes como el dominico Bernardo Carrasco y Saavedra o el Obispo de Santiago, Diego de Humanzoro, lucharon por la defensa de los indígenas.

Siglos después, destaca sin duda la vital defensa de los derechos humanos durante el régimen militar. La enorme ayuda que la Iglesia prestó a las víctimas y a sus familiares en ese período, todo lo que ella hizo, permitió luego poder hacer un reconocimiento a la dignidad de las víctimas y la reparación –dentro de lo que se puede reparar lo irreparable- a sus familiares. La labor de la Vicaría de la Solidaridad fue fundamental tanto para el Informe Rettig como para la Comisión Valech.

¿Y por qué para la Iglesia ha sido primordial la defensa y promoción de la dignidad humana? No es por una cuestión política, sino “porque es propio de su misión evangelizadora”.


Acción pastoral:
El largo camino de la evangelización

La Iglesia nunca ha dejado de hacer misión. Por ejemplo, en el sur de Chile, desde la llegada de los españoles hasta el día de hoy, hay sacerdotes junto a la gente, insertos en el contexto social.
 Dicha evangelización, es una realidad desde la celebración de la primera misa en el Estrecho de Todos los Santos, descubierto por Hernando de Magallanes en 1520.

En el siglo XIX,  existe una vida eclesial con mucha movilidad social y un magisterio pastoral claro y firme ante los sucesos. Ya en el siglo XX, con la separación de la Iglesia y el Estado en 1925, se crean muchas diócesis y la Iglesia adquiere una total libertad para su misión evangelizadora, ya sin la tutela estatal. En tanto en 1931 nace la Acción Católica y se fortalece el proceso de participación laical ya existente. En la segunda mitad de la centuria pasada, tras el Concilio Vaticano II (1962-1965), se realiza un Sínodo Diocesano en Santiago que orienta la Pastoral a partir de las comunidades cristianas de base.
La Iglesia chilena ha tenido además, destaca el sacerdote, un importante rol a nivel del continente, especialmente en la conformación del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y las Conferencias de Río de Janeiro, Medellín, Puebla y Santo Domingo.

La V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada en Aparecida (Brasil) el año 2007otorga un nuevo impulso misionero a la Iglesia latinoamericana y chilena, desafío asumido en la actualidad por todas las diócesis de nuestro país, a través de la Misión Continental.
La Iglesia ha hecho presente a Jesús, el Dulce y Buen Pastor desde los primeros días de nuestra historia y ha caminado con Chile durante estos 200 años, confiemos que así será siempre porque la fe esta marcado a fuego en el alma y corazón de Chile.
“Gracias, Señor, por Chile, por su historia, por su pueblo”





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