El que viene es el Salvador, el Emmanuel.

Son los dos nombres que revelan su identidad, su misión y como la realiza. Lo llamarán Jesús porque su identidad es de Dios y solo Dios puede salvar; su misión es la conversión del hombre, es el cambio de pecador en justo y eso también solo Dios lo puede; el camino es estar y ser el mismo hombre con y como nosotros. No solo el cuerpo del hombre sino el todo del hombre naciendo hombre, viviendo como hombre y muriendo como hombre. En el Emmanuel – Dios y Señor, autor de la vida, vive, experimenta la vida del hombre.  De allí nace el perfecto dialogo y encuentro entre creador y criatura, es en ese abrazo donde el Corazón de Jesús ama y confía en el hombre.

Porque el Corazón Misericordioso, Bondadoso de Jesús es corazón humano y nada de nuestras realidades le son ajenas. Abramos nuestros corazón a su Corazón, dejemos que dialoguen en la intimidad, que es sea el pesebre que preparemos para que se renueve en nosotros ese amor y la confianza en Aquel que siendo Dios se ha hecho criatura y ha caminado y camina nuestros mismos caminos.
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