Bienaventurado el Misericordioso

Este domingo viviremos  un hecho de gran repercusión en toda la iglesia y el mundo: la beatificación de Juan Pablo II. Su muerte atrajo a la Ciudad Eterna una gran multitud de peregrinos, en especial jóvenes, también se vaticina que sucederá lo mismo con motivo de su elevación a los altares. Se ha escogido para la ceremonia el segundo domingo de Pascua fiesta “de la Divina Misericordia”, que fue instituido por el mismo Juan Pablo II.

"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia". (Mt 5,7) las palabras de Ntro. Señor se pueden aplicar a Juan Pablo II, fue el Pastor Misericordioso pero firme que hasta el último de sus días trato de remediar las miserias de la humanidad y que nos dijo “La Iglesia somos todos nosotros. Los Doce no sólo representan a sus sucesores; representan también a todo Israel, a toda la comunidad de la Iglesia, a todo el pueblo de Dios, sino también todas las vocaciones cristianas.”

Hay voces que se han escuchado diciendo que les parece apresurada la beatificación, que si era progresista o conservador. Más allá de estas opiniones o declaraciones, no puedo olvidar que Juan Pablo II fue quien la Divina Providencia puso al frente de la nave de la Iglesia pos-conciliar que navego en las turbulentas aguas de los años 70 y 80, llevándola hasta el nuevo milenio, procurando aguas más calmas, supo poner en orden aquellos que confundieron concilio con revolución. Como olvidar su llamado a no temer abrir las puertas Cristo

De una u otra manera, les agrade o no a progresistas o tradicionalista, Juan Pablo II  quien volvió a llenar iglesias, estadios o cualquier otro lugar especialmente de jóvenes, proclamo la Buena Nueva ante los poderosos del mundo, utilizando los medios de comunicación para su misión y servicio. Es cierto que probablemente pudo haber cometido algunos desaciertos pero a pesar de eso y utilizando las palabras del místico trapense creo que "Ser un santo significa pasar por el mundo recogiendo frutos para el cielo de todos los árboles y cosechando la gloria de Dios en todos los campos". (Fr. Thomas Merton)

Y muchos son los frutos que podemos ver y especialmente el fruto del amor a Cristo y a la Iglesia que sembró y cosecha en los corazones de los fieles, o acaso hemos olvidado aquel clamor en la plaza San Pedro “Santo Subito” o es que mis queridos hermanos progresistas que hablan tanto de una iglesia “democrática” olvidan aquellos que dice “la voz del pueblo es la voz de Dios” y que además es una sentencia muy antigua.

La beatificación me parece que nos acerca la santidad como el gran signo de credibilidad de la fe cristiana especialmente en estos días en que se le cuestiona tanto.




 Totus tuus ego sum Maria et omnia mea tua sum

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