El Corazón de Jesús, Dialogo y encuentro del Amor entre lo Divino y lo humano


Este mes de junio es una fiesta que nos recuerda, el amor que el Verbo encarnado nos ha mostrado y derrama en nosotros.
Nada empuja al amor como el saber y sentirse amado. “Todas las veces que pensamos en Jesucristo, dice santa Teresa, recordemos el amor con el que nos colmó con sus favores… el amor llama al amor”.

Pero, ¿cómo conocer este amor que está en el fondo de todos los estados de Jesús, que los explica, y cuyos motivos resume? ¿De dónde sacar esta ciencia, tan fecunda, que San Pablo convertía en el objeto de sus oraciones para sus cristianos? En la contemplación de los misterios de Jesús. Si los oramos con fe, el Espíritu Santo, que es el amor infinito, nos descubre sus profundidades y nos conduce al amor, que es la fuente. Todo tiene su origen y sentido en este Amor desde la creación, la encarnación, el camino a la Cruz, la muerte y la resurrección. En el Corazón de Jesús, el Padre Creador vive la experiencia del latido de un corazón humano en su pecho y desde ese momento nada de los nuestro le es ajeno, Creador conoce y vive la experiencia del creado.

Ese Corazón amante está allí, siempre disponible siempre a la espera, porque si queremos encontrarlo no hay que ir más lejos que la distancia que separa nuestros pasos del Sagrario de nuestras iglesias. Y al encontrarlo podemos ir al encuentro de los hermanos.


 “Te ruego Amor Eterno, por todos los hombres. Déjame derramar tu amor en sus corazones, déjame que acoja misericordiosamente a los pobres, los oprimidos, los que están en peligro, los caídos. Deja que los lleve a todos hacia Ti, a tu Divino Corazón, oh Buen Pastor. Y dame la fuerza para ello en el Sacramento de tu amor humano-divino”. (Beata María Droste zu Vischering)

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