La Confianza de Confiar.


La Confianza es la seguridad o la esperanza firme que alguien tiene de otro individuo o de algo.  Por tanto tengo la confianza necesaria para Confiar en estos días que nos toca vivir, confianza cuando vemos cuestionada la Iglesia y sus ministros, porque algunos de ellos, no han confiado en el amor , confianza en medio de tantas muestras de horror y desprecio de la vida humana de la que somos testigos en el cruel conflicto fratricida en Siria, confianza cuando en mi país veo que la gente ya no confía en quienes tienen la obligación de cuidar el bienestar común, confianza en la bondad cuando en nuestra calles mueren de frio los más pobres entre los pobres. Confianza cuando el gobierno reduce la pobreza y a los pobres a las frías cifras de una encuesta o estadísticas, confianza cuando escucho a aquellos que pudiendo hacer algo en el momento que fueron gobierno no lo hicieron y hoy rompen vestiduras. Proclamando que los pobres son prioritarios para ellos y sus proyectos políticos.

Revivamos la Confianza generosa aparecen una serie de valores como la integridad, la veracidad, la justicia o la lealtad que mantienen viva la relación , señal de uno a otro, sin necesidad de explicaciones, sin palabras que pretendan construir una “buena relación”. Construyamos la Confianza con hechos y con propósitos, apostando por creer, por reconocernos como cristianos, como ciudadanos. Todo ello, a pesar de no saber si la otra parte va a responder a esas expectativas.

Confianza genuina en Dios que nunca nos abandona, confianza en lo que podemos hacer, porque los límites, las barreras solo las construimos o derribamos nosotros mismos. He aquí como hemos de vivir en la confianza y  hacemos compañeros de camino de aquellos que lo único que tiene día a día es confianza, los pobres, los marginados, los desplazados que luchan por sobrevivir en el país , en la sociedad , en el mundo actual de las grandes cifras económicas, confiar para caminar en la certeza clara que nos da la fe que en medio de la desconfianza brilla y brillara el amor y la confianza entre nosotros.



Libra mis ojos de la muerte;

dales la luz, que es su destino.

Yo, como el ciego del camino,

pido un milagro para verte.


Haz de esta piedra de mis manos

una herramienta constructiva,

cura su fiebre posesiva

y ábrela al bien de mis hermanos.


Haz que mi pie vaya ligero.

Da de tu pan y de tu vaso

al que te sigue, paso a paso,

por lo más duro del sendero.


Que yo comprenda, Señor mío,

al que se queja y retrocede;

que el corazón no se me quede

desentendidamente frío.



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