Fiesta en el cielo y en la tierra y en todo lugar

Hoy 1 de Noviembre celebramos el misterio de la comunión de los santos del cielo y de la tierra. No estamos solos; estamos rodeados por un gran número de testigos a través del tiempo y la historia: con ellos formamos el Cuerpo de Cristo, con ellos somos el Pueblo de Dios, con ellos hemos sido santificados por el Espíritu Santo. ¡Alégrese el cielo y exulte la tierra! El glorioso ejército de los santos intercede por nosotros ante el Señor; nos acompañen en nuestro camino construyendo el Reino de Amor y Justicia viviendo la misericordia nos estimula a mantener nuestra mirada fija en Jesús, Buen Pastor nuestro Señor, que vendrá en la gloria en medio de sus santos.



“¡Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!" (1 Jn 3, 1).

El recuerdo de los fieles difuntos: 2 de Noviembre,  es la evocación a la celebración de la vida. Los cristianos no celebramos la muerte, sino la vida, aquellos que gozan de la vida con Dios. Recordémosle e  intercedemos por ellos.
Quien se fía de Él y lo ama con sinceridad, como el grano de trigo sepultado en la tierra, morirá, pero no para siempre, pues sabe que quien quiere guardar su vida para sí mismo la pierde, y quien se entrega, quien se pierde, encuentra así la vida (cf. Jn 12, 24-25).


Invoquemos en especial a María, Madre del Señor y espejo de toda santidad. Que ella, toda santa, nos haga fieles discípulos de su hijo Jesucristo. Amén.

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